Alma Román: “Comer mal es muy barato; es una realidad con la que tenemos que jugar y en la que todos tenemos parte de responsabilidad”

Grupo Dia está presente en España, Portugal, Brasil y Argentina. En su Plan de Sostenibilidad ofrecen respuestas claras para que todas las familias puedan acceder a una alimentación saludable. Lo hacen apoyándose en patrones de consumo recogidos durante décadas de presencia en barrios, comunidades y el mundo rural. Alma Román, Responsable de Sostenibilidad de Grupo Dia, habla sobre las limitaciones para alimentarse de forma saludable en España.

 

¿Qué pueden hacer los grandes grupos de la industria alimentaria para fomentar una alimentación saludable entre las personas afectadas por la crisis?

Es un gran reto para todos. Las empresas somos un actor muy relevante para encontrar soluciones. Tenemos la responsabilidad y la oportunidad de generar un impacto positivo en las comunidades donde operamos, identificando los problemas que más preocupan a los vecinos. En Dia somos conscientes de que ofrecemos un servicio esencial a la sociedad, y estamos comprometidos con crear valor para todos nuestros grupos de interés. Por eso abordamos el acceso a alimentos de calidad a precios asequibles.

Para nosotros, el primer paso fue tomar conciencia de que el acceso a la alimentación supone un problema social. En concreto, que las familias más vulnerables comen peor y, por lo tanto, tienen más probabilidad de sufrir enfermedades como la diabetes, la obesidad, problemas cardiovasculares o incluso algunos tipos de cáncer. Como empresa de alimentación nos dimos cuenta de que podría ser un riesgo –especialmente por nuestra fuerte implantación en barrios más humildes– y también una oportunidad.

En segundo lugar, hay que entender mejor un problema muy complejo. Para ello necesitamos ayuda de expertos, como las ONG que conocen de cerca o las universidades que estudian la situación socioeconómica de estas familias. Una vez identificadas las barreras que están provocando que las familias más vulnerables coman peor, diseñamos acciones que puedan ayudar a combatirlas.

 

¿Es posible comer sano por poco dinero?

Comer mal es muy barato; es una realidad con la que tenemos que jugar y en la que todos tenemos parte de responsabilidad. Pero nos quedaba la duda de si es posible comer sano por poco dinero o, si por el contrario, era más caro. En 2021 desarrollamos un proyecto con la Universidad de Zaragoza y Cruz Roja y, según los datos, es posible comer sano por poco dinero, sin salirse del gasto medio. Vimos con ese estudio que hay otros factores que influyen más allá del precio. Esto nos llevó a pensar en que habría que trabajar en esas barreras para poder ayudar a las personas que sí deseen comer un poco mejor. Es cierto, eso sí, que la inflación lo ha trastocado todo en el último año y ahora mismo hace que el coste de la cesta de la compra, sana o no, sea más alto, lo que hace más difícil que muchas familias lleguen a fin de mes.

 

Han detectado tres grandes bloques de causas para no comer más saludablemente: los “no sé”, los “no puedo” y los “no quiero”.

El primero, el “no sé”, se asocia a la falta de conocimiento: “yo no sabía que el pescado congelado tiene las mismas propiedades que el fresco, no sabía que comer este alimento puede marcar la salud de mis hijos cuando sean adultos…”. El segundo bloque, el de los “no puedo”, se refiere al acceso a los productos frescos y de calidad de manera fácil (cosa que en la España vaciada no siempre ocurre). También al impedimento económico para comprarlos. Y es verdad que hay familias que no tienen dinero suficiente, pero también que este no es el problema para la mayor proporción de la población, según nuestros datos de 2021. Hay una tercera barrera en el “no puedo” que es el tiempo. Cada vez tenemos menos tiempo y es una barrera muy determinante cuando hablamos de familias desfavorecidas que muchas veces tienen varios empleos, o que invierten mucho tiempo en transporte del trabajo a casa.

El “no quiero” es, seguramente, el bloque más difícil de trabajar. Puede ser que simplemente no te gusta ese tipo de alimentación o que, si tienes algunos problemas emocionales, como estrés o ansiedad, te apetezca más comerte algo salado o crujiente que una lechuga. Prefieres comerte unas patatas fritas que cenar unas acelgas. Una cosa muy interesante que hemos descubierto es que, a veces, se trata de una cuestión aspiracional. Mientras que en las familias más pudientes lo que está bien visto es enseñar a tus hijos a comer bien y conseguir que les guste el brócoli, las familias más vulnerables encuentran en la alimentación la oportunidad de permitirse un capricho. Ese dulce, esos snacks, esa pizza precocinada se convierte en una forma de ocio apetecible y al alcance de todos. Cambiar esa percepción para que la aspiración de todos sea que el mayor lujo es que tus hijos lleven una alimentación sana es algo tremendamente difícil, pero creemos que se puede trabajar.

 

¿Qué medidas de acción han adoptado para buscar soluciones?

La falta de sensibilización la combatimos generando conocimiento. De la mano de la Universidad de Zaragoza, hemos desarrollado distintos contenidos como un decálogo que, de forma sencilla, orienta sobre cómo comer bien y de manera asequible gracias a alimentos muy nutritivos y conocidos por todos, como las legumbres, los huevos o las verduras de temporada. También los canónigos, el berro y los pimientos rojos tienen un alto índice de calidad nutricional. Hacer un pisto no es caro y nutricionalmente aporta muchos beneficios. Se trata de recordar las cualidades de algunos alimentos que no son caros y proponer recetas accesibles para todos. Nuestra ambición es incluso impulsar una comunidad de personas que, comprometidas con un cambio de hábitos alimenticios, nos ayuden a facilitar que todo el mundo, independientemente de donde viva y su presupuesto, pueda cambiar hacia dietas más saludables si así lo desea. Nuestro compromiso es facilitar que todos podamos comer mejor cada día.

En relación con el “no puedo” estamos trabajando en ofrecer una mayor disponibilidad. Hemos hecho una apuesta muy importante para que los alimentos frescos ocupen un mayor espacio en nuestras tiendas. Si están al inicio incentivamos su compra, especialmente en barrios más humildes. También nos apoyamos en la expansión de nuestro canal online, con especial atención en la última milla rural. En España casi 80.000 personas viven en lo que podemos denominar “desiertos nutricionales”. Esto es, núcleos de población que están a más de 15 km en línea recta de la tienda de retail más cercana, donde poder hacer una compra completa. Para paliar esta situación desde 2020 tenemos un proyecto en Soria junto con la empresa social La Exclusiva, para lograr que todos los pueblos de la provincia tengan acceso semanal a productos frescos en sus casas.

Por último, para combatir el “no quiero”, queremos incentivar el cambio de hábitos apoyándonos en la cercanía y el contacto diario de las tiendas Dia con miles de familias.

 

¿Cómo están combatiendo el desperdicio alimentario?

Dia dedica una atención especial a la reducción del desperdicio alimentario. Es un asunto que no solo tiene importancia desde el punto de vista ambiental, con el uso de insumos y la gestión de residuos, sino también desde su vertiente social. Para mejorar nuestro seguimiento y gestión, lo primero que hemos hecho es crear un indicador común que permite medir este parámetro. Nuestro objetivo es reducir un 40% en tres años.

Para poder lograrlo, se realizan acciones a distintos niveles. Por un lado, mejorando la gestión del surtido, del stock y la de los productos cercanos a la fecha de caducidad. Gracias a esto, se ha reducido la merma en más de un 18% en relación con el año anterior, llegando en algunos países, como es el caso de Brasil, a una reducción de casi el 40%.

Por otro lado, hemos puesto en marcha proyectos circulares para la segregar residuos en tienda. Esto permite que vuelvan al almacén en fracciones separadas, facilitando su reutilización, reciclaje o valorización. En España tenemos seis almacenes que cuentan con la certificación como “residuo cero” y, en ellos, más del 99% de los residuos se utilizan para la alimentación animal, la elaboración de compost o la obtención de biogás. También hemos incrementado las donaciones de producto apto para el consumo humano, pero no para la venta, desde nuevas ubicaciones. Son las darkstore: empresas que se dedican a vender productos de forma 100 % virtual. Estas donaciones se han aumentado en 2022 en más de un 80%.

 

Para Dia ¿qué es un producto inclusivo?

Por inclusivo se pueden entender muchas cosas. Nosotros ahora mismo nos centramos en las familias más vulnerables desde el punto de vista socioeconómico y desde el punto de vista geográfico, por encontrarse más aisladas. Por tanto, más que centrados en un producto inclusivo, que también, estamos centrados en ofrecer servicios inclusivos.

 

¿Qué productos y bienes básicos se deben garantizar a todas las familias?

Hay una comisión de expertos llamada Eat-Lancet que ha lanzado una guía por categorías de alimentos que estamos utilizando para los estudios del coste mínimo de una dieta saludable. También la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha lanzado recomendaciones. Al final, todas coinciden en que necesitamos consumir más fruta, verdura, pescado, legumbres, cereales integrales y frutos secos.

 

La entrevista forma parte de la VI investigación: Productos y servicios. Una respuesta empresarial a la vulnerabilidad en España.