Natalia Peiro: «En España el ascensor social no funciona. La pobreza se transmite»

Más de 5.000 trabajadores y 84.000 voluntarios promueven en España el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos. Cáritas Española, instituida en 1947, tiene como secretaria general desde 2017 a Natalia Peiro, con un intenso conocimiento sobre los retos del sector social en España gracias a su participación activa en foros públicos y privados.
¿La ciudadanía está concienciada sobre la pobreza?

Hemos observado un par de cosas. Una es la ralentización y no descenso de las personas que atendemos, sin embargo, sí se ha producido fatiga de la solidaridad. Durante la crisis de 2008 se produjo un incremento de la solidaridad, pero concentrado sobre todo en los primeros años. Los años de recuperación han producido dos cosas. Por un lado, un aumento de la desigualdad: las personas que cayeron durante la crisis se han recuperado, pero muy precariamente. Y, en el otro extremo, el de la exclusión social, han aumentado las personas que ahora se encuentran en pobreza extrema.

Tenemos los peores datos de desempleo de la historia, en concreto un incremento ocho veces superior entre la población más vulnerable que en la población general. Esto en años de crecimiento económico, no ha sido tan percibido por la sociedad en general, que pensaban que todos estábamos recuperándonos.

¿Y esta situación en qué se ha traducido?

En una sociedad muy desvinculada. Si la gente está bien, intenta no saber nada de los que están mal. Desde Cáritas vemos que la pobreza se transmite. En España, el ascensor social no funciona. Aquí, el condicionamiento que supone el capital social, las relaciones en tu vida, es infinitamente mayor que en otros países.

En Cáritas atendemos a miembros de familias que ya eran pobres de pequeños. Los niños en familias pobres que terminan la educación secundaria, empiezan la formación profesional y no abandonan son héroes. Supuestamente tenemos un derecho universal a la educación y ahí el sistema educativo tiene que estar y generar más oportunidades, pero sin duda, la redistribución económica, jugaría un papel esencial.

La vivienda es el primer escudo de protección, pero muchas personas carecen de ella y esto provoca, entre otras desventajas, aislamiento social y problemas de salud mental. En España hay más de 4 millones de personas en pobreza extrema, lo que supone tener unos ingresos menores de 370 euros mensuales.

Con el nivel de desigualdad que hay en nuestro país, ¿podemos o deberíamos fijarnos en otros países para corregirlo?

Sí. Somos una red internacional y hemos comprobado que la desigualdad se reduce mucho con políticas fiscales. La iniciativa privada no puede reducir la desigualdad tan fácilmente. Las ayudas, políticas de familia, el ingreso mínimo vital, el salario mínimo… son cuestiones que en otros países europeos son políticas sociales modernas que recogen una redistribución de la renta mucho más real. Pero, claro, requieren una inversión muy potente que en España parece que nunca estamos en condiciones de dar.

Desde Cáritas lleváis ocho años trabajando en una propuesta de ingreso mínimo vital…

Sí, tiene tres elementos centrales. El primero es que sea estatal para que tenga una mayor cobertura y un mayor nivel de igualdad. También que sea un derecho subjetivo, que sea compatible con tener un empleo y no se deniegue por tener un ingreso, una renta mínima. Y, tercero, que no esté sujeto a la situación administrativa. Creemos que las personas en situación de irregularidad deberían tener derecho a este ingreso mínimo porque de esa manera tendrían más posibilidades de regularizar su situación por medio de un trabajo.

¿Cuál es la importancia de las alianzas y colaboraciones entre empresas privadas y sector público?

Es importante integrar en el trabajo a personas de baja empleabilidad. Por paz y justicia social. Y las empresas que lo hagan tienen que ser premiadas o motivadas de alguna manera, porque está claro que el rendimiento de muchas de esas personas que contratan, en un primer momento, puede ser menor porque tienen otro tipo de problemas. Además, también hace falta que los servicios sociales y los servicios públicos de empleo trabajen de manera más coordinada y sean fortalecidos, tienen unas carencias muy importantes y en esta emergencia de la COVID-19 se ha puesto en evidencia.

¿Cómo ha cambiado la realidad en España con la emergencia provocada por la COVID-19?

En Cáritas hemos hecho una investigación para analizar la realidad de la exclusión social después de esta emergencia a través en tres ámbitos. La más interesante ha sido la primera, que era para saber los efectos de la pandemia en las personas que estaban siendo atendidas por Cáritas. Hemos visto que los más vulnerables han sido los golpeados con más fuerza: una de cada tres personas que vienen a Caritas son nuevas, y se han duplicado las ayudas distribuidas.

Otra faceta que nos preocupaba era ver los efectos en el trabajo de las personas atendidas por Cáritas. Son personas que han sufrido una pérdida de empleo superior a la que se estima a nivel global en España: tres veces más. Y la otra encuesta era en temas de vivienda. Nos hemos encontrado que han salido a la luz muchas situaciones de precariedad. Cáritas ha trabajado poniendo en marcha recursos propios nuevos para estas personas sin hogar.

 

Más información: «Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida».