Glosario sobre «vulnerabilidad»

La vulnerabilidad no es solo una cualidad peyorativa, es también una realidad que inspira fragilidad. Hoy empresas e instituciones gubernamentales consideran este concepto un indicador, una etiqueta que permite medir una consecuencia social en todas sus dimensiones. Para comprender esta idea es necesario explicar otros términos que comparten su significado.

 

Pobreza y exclusión social

La pobreza, desde un punto de vista económico, tiene relación con los ingresos bajos de los que dispone una persona, familia o comunidad. En cambio, la exclusión social se describe como un fenómeno que va más allá de lo puramente económico y en el que la pobreza es solo uno de los aspectos relevantes.

“Los problemas de salud física o mental, de aislamiento, de dependencia, de falta de acceso a la vivienda, de maltrato o de ausencia de protección familiar, entre otros, pueden llevar a la exclusión social”, explica Begoña Pérez Eransus, Doctora en Sociología de la Universidad Pública de Navarra. “Esto hace que la situación sea a menudo más grave que cuando solo se da pobreza económica. Como consecuencia, la mayor parte de los hogares en situación de exclusión social son pobres, pero no todos los hogares pobres tienen problemas de exclusión social”, indica.

De acuerdo con el Observatorio de Pobreza, Desigualdad y Exclusión Social (OPEX-EAPN), el concepto de exclusión social busca romper con las limitaciones del término de pobreza para explicar la complejidad de los procesos de desigualdad y vulnerabilidad. Por esta razón describe la exclusión social como un proceso mediante el cual individuos o grupos no pueden participar en la sociedad en la que viven y, por lo tanto, no pueden contribuir o beneficiarse de sus progresos. Estas personas quedan fuera de algún aspecto del sistema (social, político, cultural…) y ven limitadas sus vías de acceso a oportunidades y/o a determinados mecanismos de protección.

Por otro lado, la Comisión Europea establece tres tipos de exclusión: económica (escasez de ingresos, empleo inestable o ausencia de él, e imposibilidad de tener recursos), social (falta de red de apoyo, dificultades de comportamiento y autoexclusión) y política (carencia de derechos y de representatividad en la comunidad). Esta última puede ser una exclusión parcial o total; en cuyo caso, hablamos de exclusión severa.

También Thomas Ubrich, sociólogo y miembro del equipo de estudios de Cáritas Española y Fundación FOESSA, amplía esta definición de exclusión desde ocho dimensiones que se combinan, se yuxtaponen y, en ocasiones, se dan de manera aislada. Estas dimensiones son: empleo, consumo, participación política, educación, vivienda, salud, conflicto social y aislamiento social. Según Ubrich se trata de un proceso dinámico que, en función de las circunstancias, puede verse más o menos agravado.

Un ejemplo claro es la falta de empleo. Estar desempleado sitúa a la persona en una posición desfavorable de exclusión social. Si además esta situación se da durante un periodo de bonanza económica, el grado de exclusión es mayor.

“La exclusión social es un fenómeno multidimensional, un proceso que afecta a colectivos diferentes, de carácter estructural y relativo en el tiempo y el espacio”, explica Ubrich. Este carácter estructural tiene relación, entre otros aspectos, con el tejido laboral de un país, con las características de su estructura productiva y con su capacidad para generar riqueza y empleo para todos los segmentos de la población.

En el estudio Radiografía de medio siglo de desigualdad en España, publicado por Fundación “la Caixa”, se destacan algunos de estos aspectos: “el alto peso de las actividades de bajo contenido tecnológico, que no requieren empleados de alta cualificación y favorecen relaciones laborales marcadas por la temporalidad y la parcialidad”.

 

Dimensiones de la vulnerabilidad

Para comprender más a fondo la vulnerabilidad en todas sus dimensiones desde el Observatorio hemos recopilado el siguiente glosario:

  • Pobreza extrema o absoluta: término que se utiliza para establecer el umbral fijo de pobreza a nivel mundial. Con relación a este fenómeno, el Banco Mundial ([1]) fija la línea de pobreza extrema en 2,15 USD al día.

 

  • Pobreza relativa: el umbral de pobreza relativa se calcula en función de los ingresos de la totalidad de la población de un país o región, para medir la situación de desventaja de algunas personas respecto a otras del mismo entorno social y económico. Generalmente, se considera pobreza relativa cuando se cobra menos del 60 % de la media del mismo país o región. También, se utiliza el término de tasa de riesgo de pobreza.

De acuerdo con datos de la Fundación FOESSA obtenidos de la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) y del Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de población española con ingresos por debajo del umbral de pobreza se situó en el 21% ([2]) en 2021, un 0,7% más que el año anterior. Se trata del dato más negativo desde 2016, cuando alcanzó el 22,3%.

 

  • Brecha de pobreza: equivale a la cantidad de dinero que necesitaría ingresar una persona para dejar de ser pobre. Es decir, la diferencia entre su renta neta y el umbral de pobreza.

En España, el valor del umbral de pobreza de un hogar unipersonal se situó en 9.626 euros anuales en 2020. Así, una persona que ingresa 7.000 euros necesitaría 2.626 euros para dejar de ser pobre, y su brecha de pobreza sería del 27% ([3]).

 

  • Privación o carencia material severa: personas que viven en hogares que no pueden permitirse al menos cuatro de los nueve conceptos ([4]) que se consideran de consumo básico a nivel europeo. Por ejemplo, poder mantener la vivienda a una temperatura adecuada, ir de vacaciones al menos una semana al año, permitirse una comida de pescado o carne cada dos días o disponer de una lavadora.

En España, en 2020, la carencia material severa alcanzó al 7% tanto de mujeres como de hombres. Esta privación es mayor en los menores de 18 años y menor para la población de 65 años y más, según la Encuesta de Condiciones de Vida.

 

  • Persona vulnerable: se considera persona vulnerable aquella que tiene un entorno personal, familiar o relacional y socioeconómico debilitado y, como consecuencia de ello, tiene una situación de riesgo que podría desencadenar un proceso de exclusión social. Ese nivel de riesgo será mayor o menor en función del grado de deterioro de su entorno ([5]).

 

  • Exclusión social: se puede definir como el conjunto de procesos a partir de los cuales individuos o grupos no pueden participar de manera plena en la sociedad en la que viven debido a su pobreza, a la falta de competencias básicas o de oportunidades de aprendizaje, y a la discriminación ([6]). Esta situación les impide disfrutar de una serie de derechos de tipo político, laboral, económico o social, según estableció el Consejo Europeo en 2004.

Para la Fundación FOESSA, el fenómeno de la exclusión social afecta a las personas en tres aspectos: nivel económico (desempleo o empleo precario, carencia de ingresos, privación de ciertos bienes y servicios básicos), participación social (aislamiento, conflictividad familiar…) y acceso efectivo al bienestar público (no acceso o acceso limitado a una vivienda digna, sanidad o educación).

Uno de los indicadores utilizado en Europa que mide la exclusión y la pobreza es la Tasa AROPE (At Risk Of Poverty and/or Exclusion). Se trata de un indicador fijado por la Unión Europea para medir el porcentaje de población que se encuentra en riesgo de pobreza y/o exclusión social, combinando elementos de renta, posibilidades de consumo y empleo.

En 2021, este indicador se situó casi en el 28% de la población residente en España, frente al 27% registrado el año anterior. Esto hace un total de más de 13 millones de personas. Por colectivos, las mujeres tienen una tasa de exclusión social más elevada (más de un punto porcentual que los hombres), igual que los hogares formados por un adulto y uno o más hijos dependientes, las personas en desempleo o aquellas con niveles más bajos de educación.

 

  • Exclusión social severa: expresa la situación de aquellos hogares o personas que se encuentran más alejados del espacio de integración. Significa “vivir afectado por un gran número de indicadores de exclusión que separan a las personas de cualquier dimensión integradora de la sociedad”, según la definición de la Fundación FOESSA y que utiliza 35 indicadores ([7]) para medir los niveles de exclusión social. Este Índice Sintético de Exclusión Social (ISES) dibuja un abanico de dimensiones entre la integración plena y la exclusión social severa. En esta última dimensión se sitúa una parte de la sociedad que, no solo no logra salir de los parámetros de la exclusión, sino que se encuentra estancada, donde la teoría del ascensor social ([8]) no funciona y que se caracteriza por convivir en barrios con dificultades y donde el sistema educativo no significa igualdad de oportunidades. También es preciso señalar que el porcentaje de hogares en situación de exclusión social severa ha caído desde 2018 más de 7 puntos porcentuales, (del 49% al 42%). Y en 2021, el porcentaje de población en situación de exclusión social severa rozaba el 13% de la población, esto es, más de 6 millones de personas, según datos de la misma Fundación.

 

Este contenido pertenece a la VI investigación: Productos y servicios. Una respuesta empresarial a la vulnerabilidad en España

 


(1) Más información.

(2) Teniendo en cuenta los ingresos de 2020.

(3) Valores ilustrativos según la información que proporciona la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2020, con los datos de renta neta de 2019.

(4) Los nueve indicadores que se miden para la privación o carencia material severa son: (1) No puede permitirse ir de vacaciones durante al menos una semana al año; (2) No puede permitirse una comida de pescado, pollo u otras carnes al menos cada dos días; (3) No puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada; (4) No tiene la capacidad de afrontar gastos imprevistos que alcancen los 650 euros; (5) Ha tenido retrasos en pagos de gastos relacionados con la vivienda principal (como el alquiler o suministros como el gas o la electricidad) o en compras a plazos en los últimos 12 meses; (6) No puede permitirse tener un coche; (7) No puede permitirse disponer de teléfono; (8) No puede permitirse tener un televisor y (9) No puede permitirse disponer de una lavadora.

(5) Fundación de la Esperanza, Fundación “la Caixa”.

(6) European Council (2004). Joint Report by the Commission and the Council of Social Inclusion.

(7) A partir de la agregación de esos 35 indicadores, FOESSA creó un índice (ISES) capaz de sintetizar la acumulación de dificultades y carencias de los hogares en función de 8 dimensiones contempladas: empleo, consumo, participación política, educación, vivienda, salud, conflicto y aislamiento sociales.

(8) Ascensor social es una forma gráfica de referirse a la movilidad vertical a nivel social, es decir, el cambio de una clase social a otra ya sea ascendente o descendente. Fuente: Funcionamiento del ascensor social en España y posibles mejoras. Informe SESPAS 2014.