El Impacto Total en la Sociedad como parte innegable en las empresas de hoy

“Las empresas tienen que pensar de forma distinta”. Esta fue una de las conclusiones que Ramón Baeza, Senior Partner & Managing Director en The Boston Consulting Group, arrojó en la conferencia sobre impacto total en la sociedad que expuso en el Observatorio Internacional contra la pobreza, celebrado el pasado 31 de mayo en el auditorio del Espacio Fundación Telefónica.

 

Las compañías deben incluir acciones sociales dentro de su propia estrategia para avanzar hacia una economía más inclusiva, según el ponente, lo que no está reñido con la rentabilidad a medio plazo. Unos 150 oyentes escucharon atentamente las indicaciones de Baeza, que de forma interactiva explicó sus apreciaciones.

Lo primero era tener claro qué es el Impacto Total en la Sociedad (Total Societal Impact, TSI): la suma de impacto económico, medioambiental y social positivo y negativo en el mundo por parte de la firma. “Se trata de algo que se debe medir cada vez más. Pondera las ventajas para una empresa sin basarlo meramente en los datos, ya que considera el impacto de la acción social. En este sentido, es una forma por la que la compañía ‘devuelve a la sociedad’ parte de lo que obtiene”, precisó Baeza. Es una herramienta que también sirve para diseñar la estrategia de las empresas hacia una visión más solidaria. Esto es, al margen de los resultados financieros, habría que concretar el propósito y el legado que deja para “mejorar el mundo”. Además, es una forma de que el talento (los trabajadores) crea en el fin social y ambiental de quien les contrata.

“Lo que se mide, se hace. Lo que no, no se hace”, aseveró con rotundidad el ponente. Así de sencillo. Hay que plantear y después actuar. El beneficio intrínseco de un producto o servicio, la creación de empleo, el impacto medioambiental y las prácticas empresariales contribuyen a maximizar el TSI. Seguir estas pautas estaría acompañado por el éxito, puesto que pondrían en común el valor para el accionista, añadiría longevidad empresarial y contribuiría a reforzar la responsabilidad social. En otras palabras, llamaría a mejores resultados y valoraciones (se cometerían menos errores) y consolidaría la contribución positiva a la sociedad.

La incógnita se encuentra en cómo mejorar el TSI: se entiende como determinante el acceso a nuevos mercados, el impulso de la innovación y la reducción de costes y riesgos en la cadena de suministro. Además de beneficios estratégicos como fortalecer la marca y apostar por la excelencia en gestión de precios, generar talento y liderar la atracción y retención del mismo y convertirse en parte integral del tejido económico y social. Cada empresa debe adecuar el TSI a su idiosincrasia, pero el primer paso para ello es cambiar la forma de pensar, atinó a aclarar Ramón Baeza, que también añadió que no se trata de una propuesta, sino de una “exigencia”.

En el caso español, Baeza instó a las empresas nacionales a promocionar los negocios inclusivos, donde todavía hay margen de mejora hasta incorporarlos a la estrategia de la compañía.

Los negocios inclusivos son rentables

A lo largo de la mañana, la idea que estuvo presente en el auditorio del Espacio Fundación Telefónica fue que si las empresas quieren, pueden destinar parte de sus esfuerzos a ayudar a los más desfavorecidos sin que tenga una repercusión económica negativa. Todo lo contrario, con beneficios.

Para ello se expusieron ejemplos prácticos en una mesa redonda moderada por Javier Sota, jefe del Departamento de Cooperación Sectorial (AECID), para reforzar que no se trata de una utopía, más bien de una gran oportunidad. Los participantes en esta exposición fueron: Armando Nieto, presidente de Divina Pastora Seguros; Giovanni di Placido, director de análisis y estrategia de la Fundación Microfinanzas BBVA; Susanna Torrente, head of business de Specialisterne; Isabel Vera, jefa de responsabilidad social corporativa de Ilunion, y Julio Eisman, exdirector y actual asesor de la Fundación Acciona Microenergía.